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lunes, 16 de marzo de 2009

Enemigos del epicureísmo



Como siempre, emulando al conejo de Lewis Carroll, llegué a última hora al AVE, rumbo a Madrid. El horario, muy adecuado para rentistas y funcionarios, que establece RENFE no me permitía estar en Chamartín a las 8’30 –el primero para en Atocha a las 8’35…- y llegar tarde a un seminario no es correcto, sobre todo cuando quien lo imparte eres tú, así que había que viajar la noche anterior.

Hoy no me voy a centrar -puede que otro día lo haga- en el temor que me asalta en estos casos: ¿tengo algo suficientemente interesante que transmitir como para que otro profesional deje su trabajo e incluso pague, él o su empresa, por escucharlo? Al menos yo me lo planteo… Pero no, hoy no viene a cuento.

Solo quería referirme a una breve conversación oída –oída primero, escuchada después- y que, unida a un comentario de apenas unas horas antes, reforzaba mi idea de que el epicureismo puede morir de éxito.

El caso es que iba a cambiar mi elección entre el anárquico surtido musical de mi MP4 –quienes me conocen saben que más que oído tengo oreja y que, por tanto, me limito al viejo juicio del ”me gusta, no me gusta”-, de Carlinhos Brown a un Don Giovanni con Kraus, cuando el comentario de marras captó mi atención. Mi compañero de asiento conversaba con otro sujeto, “los puros que están muy ricos son los Vega Fina…”. Vaya -pensé-, desde luego no es fumador de habanos, esas cónicas –en ocasiones, hasta piramidales- obras de arte… Pero, aunque no compartiera sus gustos, cada cual tiene los suyos. No obstante, el hombre, correcto por lo demás, y su contertulio optaron por sentar cátedra sobre la calidad de los cigarros catados en una u otra boda. Con un tono irrebatible concluyeron que los mejores fueron los habanos del bodorrio de un tal Paco y como confirmación quedó que uno de ellos se había fumado “un buen trozo”. ¿Tendrá idea de las horas de esfuerzo mal pagado que lleva cada uno de ellos?

En cualquier caso, yo –que alcahuetamente había retrasado el momento de escuchar la mozartiana obertura- me quedé, ¡justo castigo!, sin saber a que labor se refería, pues cuando uno manifestó que tal vez eran Cohibas, el más “experto” salió al quite indicando que no, que “había visto la vitola” (sic) y que no lo era ¡Ojo de halcón, vive Dios!

Unas horas antes, otro “colega de pasiones”, se decía experto en comunicación –aunque la vida profesional le hubiera llevado por senderos más prosaicos-; tampoco me enteré mucho, pues, aun cercano, estaba a lo mío, pero su “licenciadodoctorymaster” resonó al menos cuatro veces en el comedor… En un momento en que me quedé solo en la mesa, pude comprobar que, aparte de ese expertizaje, debía tener alguno que otro más, por lo categórico de las opiniones que vertía a diestro y siniestro, alguna de ellas sobre “cocina oriental”.

En cada uno de ambos momentos me asaltaba la misma duda, ¿porqué nos empeñamos en demostrar altos conocimientos de todo lo que nos gusta –o creemos de buen tono que nos guste-? ¿No tenemos suficiente con disfrutar de todo ello y ser así un poco más felices –o menos infelices- durante algunos instantes? Desde luego, si algo lo conoces a fondo podrás extraer las últimas gotas de su esencia, pero es algo íntimo, introspectivo, y si no es así, ¿a quien le importa?

¿Saben? Mis conocimientos arquitectónicos son más bien limitados, exiguos los que a los misterios del Corán hacen referencia y absolutamente nulos los que versan sobre las teorías de la reflexión de la luz. Sin embargo, cuando tan solo han pasado unas doscientas horas desde que tuve la suerte de ver como el sol golpeaba las turquesas cúpulas –algo nevadas al principio, resplandecientes más tarde- de la Mezquita de Nur-Sharif en Kazán, capital de la República rusa de -Tartaristán o Tatarstán-, les aseguro que no precisé ser docto en ninguna de aquellas materias para emocionarme ¡y de que forma! También es verdad que ese día me encontraba especialmente sensible. Igual era eso.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me alegro mucho de que por fin haya ido ud a tierras rusas. Espero que vaya todo bien, felicidades!

Epicuro de Samos Jr dijo...

Graciasss!!! De momento perfecto, pero... Son momentos de muchas incertidumbres en casi todas las facetas de mi vida, casi que hecho en falta una dosis de aburrimiento burgués... ja, ja, ja!!!
Aunque firmas como anónimo, me imagino quien eres. Espero que también te vaya todo muy bien. Hasta pronto!!!
EdS Jnr.

MedinaSidonia dijo...

Bueno, bueno... pero qué cotilla que es Ud, señor Epicuro. Seguro que tenías los auriculares colocados, y hasta tarareabas eso de "Notte e giorno faticar..." que canta Leporello, para que pensaran que estabas a lo tuyo.

En todo caso, te doy la razón en la esencia del post. Yo mismo me apunto alguna vez (tampoco muchas, ya lo sabes), a dármelas de connosieur de algo.

Le recuerdo (ya sé que no hace falta), que como visitante número 1.000 de esta bitácora, me adeuda Ud. un trago de ese buen vino que guarda y que glosaré, como no podía ser menos, con la epicureismo que me caracteriza.

Epicuro de Samos Jr dijo...

Graaaaciasssss, por tu comentario!!!
Y efectivamente, tengo muy presente mi deuda de vino -que no de sangre- y sabes que estoy esperando a acumular otra pequeña celebración para recordar aquellas,antaño legendarias,noches zaragozanas...
EdS, Jnr.