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sábado, 18 de octubre de 2008

Del origen del pañuelo de cabeza llamado cachirulo


Vaya, no se puede confiar en nadie... Hace unos días mencioné a un amigo que pasaba algunos ratos en este humilde blog. Pues bien, ayer ya me afeaba haber pasado las Fiestas del Pilar sin una mala mención a las mísmas… ¿Porqué debo hacerla? este no es ni será un blog localista… Pero acabó tocándome la fibra sensible, no por no ser localista / regionalista / nacionalista se quiere menos lo de uno.

Y sí, nací en la bimilenaria Zaragoza y también presumo de ser hijo adoptivo de Paris –no como decisión de unos políticos, sino que fue la propia ciudad, en una noche de verano, la que me declaró su intención de adoptarme-. Pero el susodicho amigo me dejó con la moral tocada, así que decidí contar en mi blog -¿qué mejor sitio?- lo que solo una vez había revelado... un secreto tan aragonés como es el origen del cachirulo.

¿Porqué lo conozco?, por mi afición a rebuscar en las tiendas de viejo –de libros viejos-, no sólo en esas en las que lo viejo es muchísimo más caro que lo nuevo y en buen estado, sino también en aquellas en las que se amontonan inutilidades, curiosidades, basura, absurdos y, alguna que otra vez, revelaciones a punto de perderse. Y este fue el caso...

Encontré un título que apenas se podía leer en el carcomido pergamino –más bien roído, que, aunque menos literario, es lo que los roedores tienen a gala hacer-: “Del origen del pañuelo de cabeza llamado cachirulo”.

Intrigado lo abrí y mi sorpresa fue encontrar uno de los libros más breves de la historia bibliográfica: “Algunos lo creerán tocado, otros remedio contra los sudores de la labranza, ni unos ni otros aciertan, el primer aragonés que lo usó fue para tratar, en vano, de evitar un terrible dolor. Primero lo situó en el corazón, luego creyó conveniente pasarlo a la cabeza. Lo último que se le oyó decir es... me duele Aragón”.

Y eso era todo. El resto de páginas estaban en blanco...

Sé lo que piensan, que este hombre venía a ser el padre del nacionalismo aragonés. Tras años de dedicación a la vida y obra (minúscula obra) de tan insigne hombre, les puedo decir que no están cerca de la verdad.

No era la política lo que le importaba, entendida con letras minúsculas, pues la cosa pública si le producía dolor. Dolor, porque como él decía (llegué a localizar una biografía no autorizada del autor de aquella obra), los aragoneses solo deberíamos nacer del 21 de mayo al 20 de junio, todos bajo el signo de géminis, pues nuestra dualidad es esa: amor hacia lo nuestro y desesperado intento de ocultarlo... La misma que existía entre Fernando I “el Católico” y Fernando II de Aragón; el primero creador de esa idea de globalidad –globalidad a finales del siglo XV- que se llama España, idea dificilmente más querida en otra tierra que en la nuestra, el segundo, hombre de estado que, tal vez, sacrificó por los siglos algunos intereses de este pueblo por lo que consideraba una idea superior. Los dos Fernandos uno solo. Y por diez días no fue géminis...

La historia no daba para más, a no ser que alguien hubiera rellenado las páginas en blanco. Que hasta el día de hoy se podían haber ido llenando con mil ejemplos de aragoneses que han sido y que, aunque ningún galeno lo supiera identificar, nos abandonaron con el mismo mal...

Desde D. Francisco de Goya hasta Laín Entralgo, desde Buñuel hasta Ramón y Cajal, desde Miguel Servet hasta Baltasar Gracián, esta tierra es vivero de grandes cabezas, ¡de genios, que redios!, ya vale de avergonzarse... Testudes, eso sí, dolientes en muchos casos, que han precisado de cachirulo para tapar su dolor, porque –por lo visto- este es un dolor indigno. Al que le duele nuestro cainismo le llamamos llorón, al que piensa mas de la cuenta lo exiliamos...

Recordando esta historia, falsa como Judas, pienso que yo me la creo, que yo me la quiero creer, que la verdad no siempre va al paso de la realidad. Y lo hago mientras miro de reojo mis maletas prestas para marchar hacia otras tierras; porque sé que, más tarde o más temprano, tendré que partir, que la historia de Aragón, desde hace mucho tiempo, se escribe en el exilio. No es que yo sea un genio, ¡que va!, pero me gusta pedir lo justo y sentarme a pensar y eso, amigas y amigos, ¡es mal vicio por estas tierras!.

Y no pienso ponerme el cachirulo, ¡allá se me salga el dolor a borbotones!, que se vea que me duele Aragón; tanto, que de reflejo me duele España, me duele Europa toda...

Perdón por no mentar los mil proyectos que llevarán a Zaragoza, a Aragón, donde la historia está obligada a mantenernos. Perdón por no creerme que no han existido y existen fortunas albardadas de amor a la tierra. Perdón por no soñar con lo que debo soñar, por no tragar con el “soma” de nuestros tiempos, en finas dosis de comunicación. Perdón por este ejercicio que para algunos puede parecer de estupidez, para otros, los menos, de fina ironía -no doy para tanto- y que no es más que un genoma heredado de mis ancestros, el genoma de la socarronería.

2 comentarios:

MedinaSidonia dijo...

Amigo Epicuro, las visitas que has conseguido hoy se deen a que he puesto tu post en Menéame. Como te dije, el incremento (puntual) de visitas es espectacular.

Epicuro de Samos Jr dijo...

Ja,ja,ja!!! Es cierto, debe ser una página muy visitada!!!

Ya sabes que éste es un pequeño reducto de tranquilidad no muy preparado para grandes masas, aunque siempre es bien recibido cualquiera...

¿No serías capaz de hacer lo mismo con un libro editado y vendido?

Tú de editor y yo de autor de best sellers haríamos una pareja gloriosa!!! ja,ja!!!

Gracias por la difusión y gracias por el comentario. Recuerdos a la Villa y Corte.