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domingo, 31 de agosto de 2008

Libertad civil


Me da que no es la primera vez, ni será la última, que hago referencia a “1984” [Orwell] o a “Un Mundo Feliz” [Huxley], pero cada día tengo más presentes estas dos grandes obras de ciencia-ficción (¿ficción?). Hace poco veía como una niña las recogía en una céntrica librería, supongo que para un análisis en el colegio -tal vez ya en los primeros años de Facultad-, y no pude evitar hacer un comentario en voz baja, “en breve, no sé si será literatura subversiva o un manual”.

Ni en época de elecciones, ni posteriormente, ningún partido ha hecho una sola mención de cómo van a trabajar para que los ciudadanos no pierdan en libertades civiles, tampoco por parte del votante hay demasiadas quejas, simplemente… ¡se vota poco!

Preocupante me parece que en esta sociedad del siglo XXI, sean los sectores más reaccionarios, así se llama al conservadurismo más extremo, los que se alineen, aunque sea como mera pose, con la defensa de las libertades civiles.

Viene esto a cuento de un correo, de esos que circulan a miles por internet, en el que se describe con guasa la sucesiva privación de libertades civiles que se suceden en España en los últimos años. Desde luego, no entra entre mis objetivos pronunciarme políticamente –caso de que fuera capaz…-, pero uno, que comenzaría a peinar canas si su “otoño capilar” no se hubiera presentado allá por la primavera, tiene claro que la obcecación de los extremos, la creencia de estar en posesión de la verdad absoluta, es siempre perniciosa. Puedo simpatizar, y de hecho lo hago, con postulados políticos de diferente signo, pero no me van los iluminados, rarezas de uno oiga…, por eso me molesta mucho ver a personas que pocas veces salen de sus planteamientos radicales -de derecha o izquierda, da igual, que en el círculo político los extremos convergen…-, defendiendo postulados que los partidos moderados -y también me da igual que fueran de izquierdas, derechas, centro…- deberían tener permanentemente como bandera.

Entre tanto, hace algunos meses -¿igual más?- escuché, una noticia: se creaba una nueva Unidad de la Policía Municipal en mi ciudad, y decían que se llamaría UAPO… No pude evitar una sonrisa malintencionada, “UAPO y algo hortera, porque el diseño que se han marcado con los coches…”. Bromas a parte, esperamos fervientemente que esos 150 nuevos agentes de los que hablaban no se hayan unido a sus compañeros en la noble tarea de perseguir con multas –y algún comentario desairado- a los ciudadanos que siembran el terror aparcando en doble fila –aún cuando llevan una hora tratando de hacerlo legalmente-, los que no llevan suelto para poner una moneda en el parquímetro -y no disponen, craso delito, de diez minutos para ir tienda por tienda a ver quien tiene la amabilidad de cambiarle- o pasando a más velocidad cuando vuelven a casa demasiado tarde y, dado que la mayor parte ha disfruta ya de su merecido descanso, puede acelerar un poco más en una avenida de entrada a la ciudad con tres o cuatro carriles y solo dos coches, el suyo y… el del radar.

Siempre viene bien una policía educada, eficaz, que pase desapercibida pero siempre esté rauda cuando un ciudadano le precisa –es decir, su jefe, que jefe es aquél que te paga…-.

Y es que, más allá de que nos pueda enfadar una multa a destiempo, mediante la que, sin ningún rubor, te sancionan con lo que has ganado para vivir a golpe de malos ratos esa semana –llámenlo demagogia si les parece-, está el preocupante asunto de que en todas las sociedades “avanzadas” se comienza a vivir una atmósfera opresiva, agobiante. Todo está regulado, toda contravención está sancionada y toda sanción… ¡es por nuestro bien!

Las personas han nacido para ser libres –dentro de sus naturales posibilidades- y más allá del concepto roussoniano de contrato social, debemos tratar, por todos los medios, de preservar el mayor espacio de decisión posible. En caso contrario, puede que empecemos a creer que el Telón de Acero cayó, pero que lo hizo sobre nosotros.

Milton Friedman murió fisicamente hace casi dos años –su deceso intelectual se venía cociendo a fuego lento desde hacía más tiempo- y no es que sea un seguidor acérrimo del mismo, pero alguien que escribe “Libertad para elegir”, me atrae más que muchos otros… Coincidiendo con ello, tal vez por mera casualidad, posiblemente por incontestable causalidad, el Monstruo se hace cada vez más fuerte.

Bajo el maquillaje de las democracias occidentales crece una sombra que sabe mimetizarse de igual manera entre liberales “auténticos”, socialdemócratas, democristianos –si quedan-, conservadores o socialistas; un engendro que se alimenta básicamente de libertades civiles. ¡Friedman ha muerto, viva Huxley!

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