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lunes, 19 de mayo de 2008

El degenerado Fritz y Matías el Humilde


¿Quién detenta / ostenta / transmite la cultura, el conocimiento con mayúscula? Incluso, hoy en día, cabría preguntarse en algún ambiente; ¿a quien cabe culpar de culto?

A lo largo de la Historia el poder político y económico no siempre han ido de la mano. No pretendo, tampoco sería capaz, plantear una reflexión erudita sobre quien ha mantenido el poder político y económico, así como el conocimiento de vanguardia en cada momento histórico; sin embargo, está claro que ha habido muchas alternativas…

En la Grecia Clásica el hombre libre –la democracia nace allí, pero no para los esclavos- ostenta el poder económico y dispone de tiempo libre para pensar, quienes “producen” –hablando en términos de nuestra época, son aquéllos que están sometidos, y el poder político, muy unido al económico, se acerca al pensamiento, a las artes, claro que, cuando estos se interponen, siempre queda la cicuta…

Posteriormente, en Roma, el poder tiende más a la fuerza militar y el conocimiento se centra en el Derecho.

Tras esto, en el medioevo, tiempos bárbaros, los países árabes fueron canal de transmisión de ciencias (medicina, matemáticas, …) y artes, siendo la Iglesia el reducto de preservación cultural en Occidente, y siempre dentro de los parámetros de la ortodoxia cristiana. Los poderosos poseían las tierras, trabajadas por los siervos de la gleba, y el oro –poder económico-, renunciando a cualquier veleidad cultural. Pocos de ellos sabían tan siquiera leer.

Con el renacimiento la cultura fue saliendo del armario y las artes volvieron a brillar. Los poderosos asumían su nueva vocación de mecenas, unas veces los protegidos llegaban a grandes, otras los grandes eran protegidos…

Sobre estas botas de siete leguas llegamos a las revoluciones burguesas e industriales. Cada vez más se extiende un cierto nivel cultural entre las clases menos favorecidas y, aunque todavía perdura durante mucho tiempo en el ámbito del conocimiento el “todo por el pueblo, pero sin el pueblo” originario de las monarquías ilustradas, la evolución es notable.

Y, ¿en la actualidad? Posiblemente, por la falta de perspectiva, es el momento de más difícil análisis. ¿Quién ostenta el poder político y económico?

La globalización extrema ha conferido un inusitado poder a quienes controlan la comunicación. ¿Manejan los políticos los medios de comunicación o es a la inversa? Grandes multinacionales y, por supuesto, la Banca dirigen el poder económico, aunque no se debe olvidar la “democratización económica” que abanderan las Pymes, quienes en unos países más, en otros menos, generan un alto porcentaje de la riqueza. ¿Y la cultura?, ¿el conocimiento?

El poder económico sigue apadrinando las artes –generalmente como fórmula para limitar cargas impositivas-, las cuales han creado su propio mercado. Antaño fuente de belleza y comunicación, se evalúan ahora en función de su capacidad de generación económica. Impera el snobismo, los lectores de solapas de libros y, terrible moda heredada de tiempos bárbaros, el orgullo de la ignorancia.

Entre tanto, el conocimiento se centra en la especialización dentro del ámbito de las “ciencias rentables”: informática, ingenierías,…

Conocimiento igual a mejora en la calidad de vida, lo cual redunda, por vía directa, en rentabilidad. ¡Caja!

Y, ¿qué pintan en esta historia el degenerado Fritz –durante décadas encarceló, torturó y abusó de su propia hija- y, sin establecer paralelismo alguno, que no cabe, Matías “el Humilde” –hijo de un acomodado empresario que burla la ley con carreras de coches ilegales, dilapida su fortuna sin saber gestionar el más pequeño negocio y saca pecho de su ignorancia-?

Que ambos casos tienen su origen en países del primer mundo, Austria y España, y entre clases más o menos acomodadas –forman en ese amplio grupos de pequeños empresarios al que nos referíamos-, clases que, sin ser todos iguales (¡faltaría más!), deberían tender a crecer personalmente, a enriquecer sus opciones con una progresión generacional en el ámbito del conocimiento.

No todos los casos son tan espectaculares, pero todos conocemos empresarios que presumen de tener Licenciados como bedeles, que van a la ópera entre bostezos o –y esto lo viví en primera persona en el Gughenheim de Bilbao- afirman ante un Warhol que hoy triunfa cualquier “maricón que hace fotocopias”…

Por supuesto, ya digo, no son todos, pero son muchos, demasiados siempre, sean los que sean, los que afirman, como Matías el Humilde, “…si solo es dinero…”.

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