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miércoles, 6 de enero de 2010

Feliz Cotidianeidad y Próspero 2.010...!!!



Casi cuatro meses sin asomarme a éste, vuestro blog. Demasiado si se quiere establecer una línea de comunicación con el exterior, excesivo plazo para con quien te permite expresar tus locuras y aún las lee…

Por eso me siento obligado a disculparme, cuando menos a explicarme. Ha sido época de grandes cambios en mi vida, o en mis vidas. En la personal, gigantescos. En la profesional, muy notables. En la individual, radicales.

Eso me ha impedido en parte asomarme a esta ventana a veces melancólica, en ocasiones psicodélica, pero siempre –intentaba- epicúrea. Pero además, ¿de que hablar? Cuando todo en tu entorno es nuevo, radiante, agotador, aterrador, portador de renovadísimas ilusiones… ¿qué escribir?

Pensé hacerlo sobre la guinda que colocaron en el monumento más feo de mi ciudad, un despropósito que pretende evocar los tres poderes del estado (¿sólo?) mediante otros tantos gigantescos colmillos abollados y mal pulidos, al que robaron alguna letra en alto relieve y que, para colmo de males, se vió culminado con una brújula y un timón que, siendo como somos ciudad de interior y poco marina –con permiso del amigo Guinda que escribiera en un momento de brillantez, no sé si etílica o sobria, Zaragoza Marina-, solo podía significar la pérdida de rumbo de quienes la dirigen y la están maltratando hasta convertirla en una de las más incómodas ciudades que ha sido a lo largo de sus más de dos mil años de existencia, ahí es nada… Por cierto, esa última aportación, carga publicitaria incluída, ha desaparecido felizmente.

También estuve a punto de escribir sobre los “bobos sostenibles” –con todo el cariño, que a alguno de ellos lo aprecio bien-, que han recibido con aplauso de orejas y pantalones de traje remangados los carriles-bici que, semivacíos –esto no ha sido, es, ni será jamás, Amsterdam; para bien o para mal…- colapsan la ciudad un poco más. A cambio, tal vez reciban las migajas del “régimen”…

Pero, no me merecía la pena dejar de vivir cinco minutos; no, eso no…

Finalmente, decidí que mi rentrée sería para hablar de “estas Navidades maravillosas”. Sí, todo el mundo me anunciaba a bombo y platillo lo maravillosas que iban a ser este año. La edad de mis vastaguitos, de los pequeños cachorros de yo, así lo hacía presagiar. Y es que mis dos hijos, debería decir uno y medio todavía, pues mientras el primero, al borde de los cuatro años, se mira en mí –algún día me lo reclamará, lo sé…- y solo salta de mis brazos para imitarme –quiere sus gafas de sol, su reloj que aún no sabe leer, etc.- o para ir junto al primero que le mima (el muy traidor!), pero acaba colmándome de satisfacción –ayer, algún que otro lustro más precoz que su padre, me sorprendió dando su primer “piquito” a una prometedora rubilla, y es que –y soy tan imparcial como el Tribunal Constitucional- tiene un estilazo… Por el contrario, el pequeñín sigue siendo coto vedado de su mami, solo aceptando mis acercamientos cuando me humillo perrunamente –de forma literal, pues solo me permite jugar con él tras un par de ladridos y lanzándome, entre patadas, risas y manotazos, a morder su barriguilla-. No es problema, tiempo al tiempo, está condenado a venir a mi… Le gusta el fútbol, le apasiona la música clásica y se adivina en él un gourmet de altura. Lo dicho, me sentaré a esperar…

Pero… ¿Navidades maravillosas? ¡Qué diablos! Ahora que acaban… mi vida diaria sí que lo es… Cuando llego de trabajar, ahora que hago lo que me gusta (como empiecen a pagarme a cambio, ¡ya será la leche!) y escucho un “papiiii!!!” y una carrera, en ocasiones dos, por el pasillo… Un día entero esperando ese momento.

Por el contrario, estos días, son saturación de todo. Especialmente de las familias, la política –por algo se llamará así, ¿no?- y la natural, compitiendo en malcriarlos, indisciplinarlos –aún más…-, mutilar el espacio del hogar a base de plástico en forma de juguetes y en cantidades industriales y, lo que es infinitamente peor, pretendiendo privarme/privarnos de esos momentos únicos de intimidad con mis/nuestros pequeñuelos… “¿También nosotros tenemos derecho a disfrutar de ellos, ¿no?”. Pues… ¡no, no y no!. ¿Soy egoísta? Puede. ¿Y qué?

Pero todo acaba, también las Navidades. Con las cervicales machacadas con esa pérfida puntilla que es la Cabalgata de Reyes, sobreviviendo a golpe de Fastum… Pero pensando en lo realmente maravilloso de estas fiestas, y es que queda todo un año, ¡sí, un año completo!, para disfrutar de mi vida cotidiana, que, si me gusta, ¿para qué alterarla?

Os deseo un 2010 lleno de cotidianeidad, si es que ésta es de vuestro gusto; o de cambios, pero siempre que sea lo que deseéis… Yo, por mi parte, cambios he tenido suficientes en el 09, así que procuraré reposar y consolidar.

¡Que seáis felices! Yo pienso serlo...

jueves, 17 de septiembre de 2009

Epicureidades/3


24 – IX – 2.009


En ocasiones, el comienzo se encuentra en mitad del camino.

Yo estoy llegando a mi bosque de Okovski, particular…
PD.-  Y DESDE EL OS ESCRIBO HOY, 24/09/09.
QUE GRAN DIA!
QUE MIEDO!
QUE FELICIDAD!
QUE NUEVA RESULTA MI VIDA!

jueves, 2 de julio de 2009

Esquizoentrevista: Pirandello_21.0

Es esta una serie de pseudos-entrevistas carentes de límites y lógica. Ninguna respuesta corresponde a la realidad de lo pensado por el entrevistado, a no ser por mor de la casualidad –o, en algún caso, de la causalidad-. Por supuesto, el autor no se ha molestado en ponerse en contacto con el sujeto real entrevistado, salvo extrañas excepciones, pues considera que la “idea” de cada uno de ellos es interesante por sí misma y susceptible de responder con más originalidad.
Reitero, ni una sola palabra de estas esquizoentrevistas provienen del sujet@ entrevistad@. Simplemente es una aproximación delirante a lo que el que suscribe desearía escuchar, en aras de la sinceridad y la brillantez imperante en este blog ¡ja!


Tras pensar sobre quien sería el primer esquizoentrevistado, se me ocurrió que qué mejor que ofrecer una oportunidad para expresarse –posiblemente la primera y última- a mi Pirandello particular, ese personajillo –aunque se crea autor- que da (recibe?) vida a (o de?) este Epicuro de Samos, Jnr., servidor de vds.

Y como aún no ha salido del “ciberarmario” indicando su nombre real, poniendo su foto –casi mejor…-, es decir, dando la cara ante las mamarrachadas que me obliga a firmar –pues no es más que una especie de “negro literario” mío-, tengo dudas de cómo dirigirme a él, pues no me parece justo hacia mí crearle otro pseudónimo, así que lo llamaré JL, ¿porqué no?, de alguna forma no excesivamente humillante tenía que nombrarlo…



Epicuro de Samos, Jnr.- Empecemos con buen pie, le ofrezco la posibilidad de que abramos esta esquizoentrevista con el tema que desee…

JL.- ¡Usted mismo! Sabe que tiene plena libertad.


EdS, Jnr.- ¿Quién es JL?

JL.- Libertad, no libertinaje… Quedamos en que no salgo del ciberarmario. Tampoco me iba a conocer nadie, más allá de tres amigos, que son los suyos, que entran por aquí cuando no tienen nada mejor que hacer.


EdS, Jnr.- ¡Ah! Pero… ¿tiene amigos y todo?

JL.- ¡Vaya vd. a saber! Hay un puñado de gente a la que quiero como tal y alguna más a quien, sin atreverme a llamarla así, l@ aprecio, sin llegar a más intimidades…
Si es recíproco, que posiblemente no, ell@s deberían responder…


EdS, Jnr.- ¿De que vive, caro alter ego?

JL.- No se equivoque, vd. es mi alter ego, que a pesar del título, aún no padezco el complejo de Pirandello…


EdS, Jnr.- Insisto, ¿de que vive?

JL.- Hoy por hoy, de la caridad laica. Espero en breve que alguien decida pagar por mis mediocridades…


EdS, Jnr.- Lo suponía, carece vd. de habilidades…

JL.- ¡Ni mucho menos, Epicuro! Soy un aceptable cocinero de sábados tarde; agradable conversador si se me incentiva suficientemente con un vino aceptable, un cognac o un gin tonic correctamente preparado –mejor si todo esto es rematado con un habano-; además tengo una notable cultura futbolística; soy un excelente comprador de libros; cuando viajo me cargo gustoso con todos los marrones organizativos, y aún disfruto; además, ¿a quien recurre vd. para conseguir las fotografías –algunas excepcionales, seamos sinceros- que sube con cada post? ¿Le parece poco?


EdS, Jnr.- Tanto amor por los habanos... ¡Ya será castrista!

JL.- Habanista, sí. Cubanista, también, que aunque no conozco in situ ese magnífico pueblo, lo admiro desde la distancia y, desde luego, aunque fumo poco, esporadicamente disfruto de un habano. De lo otro… ¡no me toque la moral, ande!


EdS, Jnr.- Pues ya que estamos, defínase políticamente.

JL.- Parafraseando –siempre quise decir esto- a Pío Baroja, soy novísimo liberal dogmatófago.


EdS, Jnr.- Neoliberal, vamos…

JL.- ¡Que no, leches! Novísimo liberal y además dogmatófago. Y si no lo entiende, ¡ilústrese!


EdS, Jnr.- Vd. es mi ilustración, ya lo sabe… ¿Tal vez preocupado por las libertades del individuo?

JL.- ¿Y quien en su sano juicio, y sin intereses espurios mediantes, no?


EdS, Jnr.- Tal vez yo…

JL.- Pero usted no es… Bueno, sí es… ¡pero también le preocupa, que releo los posts!


EdS, Jnr.- Cierto… ¿Qué es lo peor que le han llamado en la vida?

JL.- Lo peor es lo que no me han llamado… En cualquier caso, lo que más duele es lo que tú no te consideras y además detestas, si me llaman deshonesto, hortera, racista o gris –por poner algún ejemplo- me toca la moral.
Sin embargo, ya conoce esa aseveración popular de que más vale caer en gracia que ser gracioso… Pues bien, tengo muy asumido que no caigo en gracia con facilidad y lo peor del asunto es que últimamente me la trae…


EdS, Jnr.- Sin groserías, que puede haber niños…

JL.- ¿Aquí? Pobrecillos, déjeles disfrutar, aunque peores son los programas de televisión con que los adocenan…


EdS, Jnr.- Me va a resultar un idealista…

JL.- Ni las palabras que me gustan, me agradan cuando se les añade el sufijo “ista”.


EdS, Jnr.- Cuéntenos algo de su vida, ¿tiene familia o vive en soledad cual ermitaño?

JL.- Tengo padres, años después de nacer llegó un hermano, algo más tarde GH se incorporó a mi vida –no es Gran Hermano, sino una linda gatita- y a continuación, y a pesar de que me parece una irresponsabilidad por su parte, MC optó por compartir su vida conmigo…


EdS, Jnr.- ¿Casado?

JL.- Y por la Santa Madre Iglesia.


EdS, Jnr.- Yo le hacía ateo o tal vez agnóstico…

JL.- Mis dudas son mías, pero los ritos como deben ser: en un real monasterio cisterciense, con arias líricas y finalmente un cocinero “micheliniano”.


EdS, Jnr.- Sin hijos, eso sí…

JL.- ¿De verdad sus entrevistas anteriores eran políticamente correctas?


EdS, Jnr.- No, lo eran las suyas…

JL.- Mire, cuando nací…



EdS, Jnr.- ¿Ahora hablamos de paleontología?

JL.- Historia. Intrahistoria, si quiere. Y no me interrumpa, por favor.
Cuando nací, decía, decidí que tras más de medio milenio de mi familia en estas tierras, ya era hora de que un L. naciera en la capital del viejo reino, y así lo hice.
Mis hijos (?), liberados de tal carga, ¡a saber donde les ha dado por nacer!, llevo años buscándoles y ya estoy orientado, pero ¡quien sabe!, tal vez les dio pereza y finalmente decidieran no nacer. Sería lo más prudente. Ya le contaré…


EdS, Jnr.- La historia de Marco actualizada…

JL.- Exacto. Porque… hablamos de Marco Polo, ¿no?


EdS, Jnr.- Tras el humo del habano se percibe un aceptable perfume, ¿siempre usa la misma colonia –decir fragancia sería excesivamente pedante-?

JL.- ¡Vaya cambio de tercio! Pues no, como estudié algo de márketing dejé de creerme que un aroma pudiera ser reflejo de nuestra personalidad y “me liberé”. Hoy creo que es una cuestión de “placer pituitario” o hasta de estado de ánimo y conste que, a pesar de mi escaso apéndice nasal, éste funciona a plena satisfacción, no como mis ojos que precisan apoyo -oculi di vitro cum capsula- o mi oído que jamás tuvo remedio.


EdS, Jnr.- ¿Y el tacto?

JL.- Impecable, aún no le he mandado a vd. a esparragar…


EdS, Jnr.- Menos susceptibilidades, que yo, con esa afición a lo olfativo, ya podría haberle calificado de “excesivamente sensible”…

JL.- Eso, nunca se es en exceso. Pero si lo que quiere llamarme es mariposón, julandrón, marica de playa o, más correctamente, gay… ¡Que le voy a hacer, no nací con esa fortuna! Soy aburridamente “homo” y ya se sabe que hoy no vendemos nada, ¡hasta profesionalmente sería un punto a favor!
En serio –o todavía más-, siempre me ha encantado sentirme minoría, me creo más libre, y por ello no entiendo a quienes lo ocultan o se avergüenzan, que cada vez son menos, al igual que son menos los que se asustan por las diferencias.


EdS, Jnr.- ¿Y dice que no es políticamente correcto?

JL.- Tampoco voy a permitir que mi aversión por lo p. c. me lleve a la irracionalidad, pero permítame una pedantería…


EdS, Jnr.- Una más…

JL.- ¿Qué dice?, ¡es la primera a estas alturas! Trataba de expresarle que me sumo –o lo intento- a la descripción que leí de Jacques Vergès –y mire que llegamos desde puntos opuestos…- como “un ilustrado, un hombre libre y anticonvencional, que no está dispuesto a seguir la senda trazada por la conservadora izquierda de hoy, tan políticamente correcta”.


EdS, Jnr.- ¡Lo dijo un hombre!

JL.- Lo dijo un abogado…


EdS, Jnr.- ¿Seguimos o dejamos algún tema para la segunda parte?

JL.- Casi mejor esto último. Tengo pocas ganas de comunicarme -bienaventurados los que no tienen nada que decir y lo callan-, si lo hiciera en las próximas semanas seria a través de vd. Tal vez más adelante… Pero ahora solo quiero sumergirme en el anonimato del verano a través de un café con hielo, muy corto, muy frío, muy solo…


EdS, Jnr.- ¿Usted o el café?

JL.- Sin comentarios.


EdS, Jnr.- To be continued, tal vez…