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viernes, 8 de agosto de 2008

Siempre India



Una vez más en la India. Apenas había comenzado la celebración de la festividad religiosa hindú del Shravan Ashtami cuando, al parecer, una supuesta avalancha de rocas desató el pánico y la estampida pasó de figurada a real, de pétrea a humana… Nada presagiaba que los rezos y cantos se transformarían en tragedia. Miles de peregrinos se congregaban en las proximidades del templo de Naina Devi [Bilaspur], perteneciente al estado norteño indio de Himachal Pradesh. Entre los muertos, que a estas horas habrán superado los 150, numerosas mujeres y más de una treintena de niños.

Hace unos meses se mencionaba Andhra Pradesh, un infierno antes y después de la muerte. Esta región del Sur de la India vivió una singular tragedia. Una inmensa sequía indujo a cuarenta campesinos (con cuarenta rostros, cuarenta familias, cuarenta historias tras de si, ...) a suicidarse para que sus familias puedan obtener una pequeña indemnización del Gobierno y subsistir.

Se que la India no es el único reducto de las tragedias. Pero en este país, crisol de belleza y simpatía, me toca más la fibra sensible, que quiere que le diga… Tienen casi de todo: recursos naturales, algunas de las empresas punteras a nivel mundial en informática, turismo, pues es una de las regiones más bellas del planeta… Pero son más de mil doscientos millones de personas para comerse el producto de todo ello, demasiados si la organización no es perfecta, demasiados si no interesa a quien debiera interesar.

Pero hay noticias que, tal vez por resultarnos incómodas, pasan raudas ante nuestros ojos para no volver a aparecer, así será la primera, así fue la segunda. No somos héroes, no podemos comenzar una cruzada contra la totalidad de las tragedias diarias que existen en el mundo, pero sí que podemos sonreir ante lo que, en ocasiones, nosotros calificamos de problemas...

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