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sábado, 9 de agosto de 2008

Pininfarina o la burla del destino


Si hoy hablara de un último adiós a Farina o del final de una dinastía con tal apellido, la omnipresente Corrección Política que considera imprescindible, especialmente para intelectuales de nuevo cuño, declararse aficionado al flamenco o cante “jondo” (no sé si es lo mismo y, a decir verdad, tampoco me interesa demasiado…), valoraría ésta como una nota de muy bien tono.
Pero no, mi interés es dedicar un espacio –marginal y minoritario, eso sí- a otro Farina, en concreto a la tercera generación de Pininfarina, nieto del gran Battista Pinin Farina [creador de los Fiat 518 Ardita -1.933-, Ferrari 250 GT-1.954-, Giulietta Spider -1.960-, etc.]. Vosotros, fieles amigos, me empezáis a conocer y creo que no os tengo nada que aclarar; pero por si cae por aquí algún despistado que considere frívolo tal asunto, solo le pediré que mire el nombre del blog…

Y es que el buen gusto se ningunea asiduamente. Por un lado desde el extremo de los sosos que atacan con denuedo cualquier cosa que suene a refinamiento o armonía, cualquier cosa que potencie los placeres sensoriales -es decir, los correspondientes a: vista, oído, olfato, gusto, tacto y, coordinando todos ellos, intelecto-, que golpean con su concepto decimonónico de conciencia de clase –en los pocos casos en que ésta es sincera, la respeto- la posibilidad del ser humano de tener unos momentos de placer. Por enésima vez, los extremos se tocan. El segundo extremo es el de quienes condenan placer por placer, felicidad por felicidad, ¿qué se les puede decir?. Y el tercero, pues esto no es una línea recta, sino un triángulo represor, acaso los más peligrosos, son los intelectuales de oficio, o tal vez de oficialidad; éstos, se tienen a menos de venerar la frivolidad, todo lo que no sea complicadísimo de entender, de sentir, para cualquier mortal ajeno a su círculo. Algún día hablaremos de éstos: lectores a escondidas de solapas, sesudos aprendices de listados de compositores o de grupos minoritarios de rock, eruditos de los vinos y platos de diseño, solo estamos libres de ellos en un buen partido de fútbol. Pero en el pecado llevan su penitencia: tan pedantes son los libros que leen que jamás se les acelerará el pulso con unas líneas, tan rara tiene que ser la música que escuchan y tantos datos inútiles tienen que aprender para luego soltarlos en público que jamás les saltarán las lagrimas con unas notas -aunque luego ellos sean capaces de transcribirla a una partitura y yo no la reconozca media hora después- y ante una buena mesa… ¡ja! denles manteca de cacahuete y vino peleón, deje “perdida” de forma distraída una tarjeta de Fouquet y… espere a ver como se relamen.

En definitiva, que no tengo porqué excusarme, de lo que escriba, mientras yo desee hacerlo y usted tenga a bien leerlo. La noticia figuraba ayer en la prensa de todo el mundo: Andrea Pininfarina, nieto de Pinin Farina, se dirigía al trabajo en su scooter cuando fue arrollado en Trofarello, ciudad próxima a Turín –y, como no, poco alejada de Maranello-, por un Ford Fiesta dirigido por un demasiado veterano conductor. La amarga ironía no debe ser explicada.

Todos los que consideramos a Battista Farina como un artista, un genio del diseño de automóviles –posiblemente, “El Genio”- y a su empresa como una orden de sacerdotes del buen gusto [tras su muerte en 1.966 siguieron creando obras maestras como el Ferrari Dino 206 Competizione-1.967-, Testarossa -1.984-, etc.], estamos dolidos, sin conocerlo obviamente, por el fallecimiento de su heredero, actual Presidente de Pininfarina, tras la jubilación de su padre Sergio, hoy senador vitalicio de la República Italiana.

Comenzaba, y concluyo, hablando de buen gusto. Jamás presumiré yo de tenerlo -seguramente porque carezco de él y, a ciencia cierta, lo demostraría si presumiera del mísmo-, pero creo saber distinguirlo en ocasiones y las obras de los Pininfarina, desde las Ferraris, hasta el modesto Fiat Coupé 20V “la Ferrari di poberi”, han sido y serán un placer diseñado para su contemplación.

A quienes nos gusta un determinado estilo de vida, a quienes sabemos que no siempre buen gusto y riqueza van unidos –tal vez en menos ocasiones de lo que parece-, a quienes nos gusta más disfrutar que poseer, conocer que aprender, sentir que saber, a todos nosotros nos duele, desde la lejanía, la tragedia, esta especie de tragedia bufa, de burla del destino, que ha golpeado a Pininfarina

1 comentarios:

MedinaSidonia dijo...

La Ferrari dei poveri.

Tampoco hay que olvidar al Peugeot 406 coupé de primera generación, otro Ferrari alcanzable de los Pininfarina, aunque de aspecto y prestaciones ligeramente más "burguesas", que recordaba a aquellos Ferrari de configuración 2+2