Hace unos meses que me dio por crear –con la ayuda técnica de un amigo, más ducho que yo en estas lides- este blog en el que estás y, poco a poco, he ido buceando en este universo.
Tres blogs tengo recomendados a fecha de hoy; de ninguno de ellos me responsabilizo, ni siempre estoy de acuerdo con ellos, en ocasiones incluso disiento abiertamente –como cuando al amigo Medina Sidonia le sale la vena decimonónica-, pero siempre tienen algo interesante…
Desde esa pestaña de “mis favoritos” que todos tenemos –¿también los que navegan desde un Mac?- puedo acceder a otros cuatro o cinco más y, cuando tengo algún ciberminuto libre, navego en busca de otros, por el mero placer dejarme ir al azar.
Entre la comunicación controlada, partidista y, en muchas ocasiones, manipulada y la libérrima expresión de un blog, me quedo con esta segunda. Unas veces leeremos un par de líneas y no le concederemos el beneficio de mayor duda, otras completaremos la lectura de un post e, incluso, podemos quedarnos enganchados un ratillo en alguno…
¿Que los blogs bien escritos, confeccionados desde la inteligencia y el buen gusto y que invitan a contnuar su lectura son los menos? ¡Desde luego! ¿No sucede lo mismo con las personas que despiertan nuestro interés? Ni siquiera me inquieta que el mío no esté en esta categoría, seguramente por la certeza de que, para la inmensa mayoría, no lo estará. Hay lo que hay y el que da lo que tiene no está obligado a más. Sabiduría popular.
Lo que me empieza a preocupar, aunque la solución sea tan sencilla como que con un solo click desaparece de tu pantalla y de tu vida, es la proliferación de blogs pedantes (blogdantes he bautizado simplonamente a sus autores), farsas –no teatrales- en forma de post, deshonestidades en píldoras, en definitiva, frustraciones propias, demonios intransferibles que nos envían por los desagües de la red. No, gracias.
Si nos gusta escribir poesía o componer música, lo que nos realiza –que expresión…- es la fotografía o la papiroflexia, lo que nos apasiona son las holografías, si lo que nos produce un orgasmo mental es lanzar principios filosóficos o transmitir recetas de la nueva gastronomía tártara… ¡Adelante!
Pero, por favor, no me vendan sus grandezas… Si fueran filósofos de talla no -o no sólo- reflejarían sus reflexiones en un post, lo mismo digo para poetas, músicos, jugadores de curling o taxidermistas. ¿Les merece la pena tener un blog a mayor gloria de sí mismos?
En fin, que tampoco pasa nada. Que si alguien es feliz saliendo en la lista del “Top Pedante. Blogger’09” o conseguir el “Golden Ego Blogger” allá él…
Mi pretensión cuando di por inaugurados estos jardines –si que me gusta meterme en jardines, sí…- era una y, ella solita, o casi, ha ido evolucionando a otra distinta. Al final, coinciden al menos en que me permiten escribir y comunicarme –me gusta-, y que algún loco de la vida como yo lo lea –y siendo gratis, prefiero pocos, que muchos, que no tengo vocación de comunicador de masas- y poco más.
Pero, querid@s amig@s, si tiendo a convertirme en un blogdante (ojito, dije pedante, no mutante…), si en algún momento veis que malgasto vuestro tiempo en pavonearme con méritos que, sin duda, no tendré, sed compasivos: dejadme un comentario agrio y luego, con un simple click, mandadme al carajo.
Tres blogs tengo recomendados a fecha de hoy; de ninguno de ellos me responsabilizo, ni siempre estoy de acuerdo con ellos, en ocasiones incluso disiento abiertamente –como cuando al amigo Medina Sidonia le sale la vena decimonónica-, pero siempre tienen algo interesante…
Desde esa pestaña de “mis favoritos” que todos tenemos –¿también los que navegan desde un Mac?- puedo acceder a otros cuatro o cinco más y, cuando tengo algún ciberminuto libre, navego en busca de otros, por el mero placer dejarme ir al azar.
Entre la comunicación controlada, partidista y, en muchas ocasiones, manipulada y la libérrima expresión de un blog, me quedo con esta segunda. Unas veces leeremos un par de líneas y no le concederemos el beneficio de mayor duda, otras completaremos la lectura de un post e, incluso, podemos quedarnos enganchados un ratillo en alguno…
¿Que los blogs bien escritos, confeccionados desde la inteligencia y el buen gusto y que invitan a contnuar su lectura son los menos? ¡Desde luego! ¿No sucede lo mismo con las personas que despiertan nuestro interés? Ni siquiera me inquieta que el mío no esté en esta categoría, seguramente por la certeza de que, para la inmensa mayoría, no lo estará. Hay lo que hay y el que da lo que tiene no está obligado a más. Sabiduría popular.
Lo que me empieza a preocupar, aunque la solución sea tan sencilla como que con un solo click desaparece de tu pantalla y de tu vida, es la proliferación de blogs pedantes (blogdantes he bautizado simplonamente a sus autores), farsas –no teatrales- en forma de post, deshonestidades en píldoras, en definitiva, frustraciones propias, demonios intransferibles que nos envían por los desagües de la red. No, gracias.
Si nos gusta escribir poesía o componer música, lo que nos realiza –que expresión…- es la fotografía o la papiroflexia, lo que nos apasiona son las holografías, si lo que nos produce un orgasmo mental es lanzar principios filosóficos o transmitir recetas de la nueva gastronomía tártara… ¡Adelante!
Pero, por favor, no me vendan sus grandezas… Si fueran filósofos de talla no -o no sólo- reflejarían sus reflexiones en un post, lo mismo digo para poetas, músicos, jugadores de curling o taxidermistas. ¿Les merece la pena tener un blog a mayor gloria de sí mismos?
En fin, que tampoco pasa nada. Que si alguien es feliz saliendo en la lista del “Top Pedante. Blogger’09” o conseguir el “Golden Ego Blogger” allá él…
Mi pretensión cuando di por inaugurados estos jardines –si que me gusta meterme en jardines, sí…- era una y, ella solita, o casi, ha ido evolucionando a otra distinta. Al final, coinciden al menos en que me permiten escribir y comunicarme –me gusta-, y que algún loco de la vida como yo lo lea –y siendo gratis, prefiero pocos, que muchos, que no tengo vocación de comunicador de masas- y poco más.
Pero, querid@s amig@s, si tiendo a convertirme en un blogdante (ojito, dije pedante, no mutante…), si en algún momento veis que malgasto vuestro tiempo en pavonearme con méritos que, sin duda, no tendré, sed compasivos: dejadme un comentario agrio y luego, con un simple click, mandadme al carajo.
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