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domingo, 7 de septiembre de 2008

El perdón


Va de tópicos. “Pídeme perdón”. Es una de las frases más repetidas. Una y otra vez, hasta la saciedad. Padres a hijos. Esposas a sus maridos. Novias a novios. Esta mañana paseando he vuelto a oírla: “¡pídeme perdón!”

“Perdón, ¿porqué?”, suele preguntar el interpelado. ¿Para qué?, preguntaría yo. ¿De que sirve que alguien diga lo siento? A mí personalmente de nada. ¿Lo sientes? Y, ¿a mí que me cuentas? Si ese “perdón” es debido, soluciona la situación, cambia a futuro tu actitud o incluso resárceme de tu infamia –por decir algo-.

Pero ese deseo de humillación, tan arraigado en la cultura judeocristiana, ¿para qué? A mi personalmente regálame Godivas o una flor y no me pidas perdón.

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