Subscribe to my full feed.

viernes, 27 de marzo de 2009

Zaire


Lo advertí... Estoy en un período de poca fecundidad "bloguera". Todo se arreglará, no creo que, por ello, se empiecen a producir flagelaciones en masa…

Pero bien es cierto que se me acumulan temas sobre los que quisiera escribir. Podría hacer, pensaba, un "post itinerante" por distintos temas –¿road post, debería decir?-, al estilo de mi buen amigo Medina Sidonia –a pesar de que no responda a citaciones cafeteras, demasiada tranquilidad para su espíritu bohemio, debe pensar-, que puede empezar hablando de su vecina, del Real Madrid o de Guantánamo, seguir por el último grupo alternativo británico, los carteles de anís La Castellana –su presencia siempre agrada- o su aversión por Bardem, para acabar glosando, esto sí indefectiblemente, las hazañas de ZP.

Pero, un tema, intrascendente para cualquiera que no para mí, se ha impuesto a los tres o cuatro asuntos sobre los que deseaba cotillear. Y lo haré…

Sí, y es que el pasado sábado murió Zaire, una yorkshire muy linda y extremadamente cariñosa que llegó a mi familia de origen cuando yo, como los ojos del Guadiana, empezaba a irme, para volver algún tiempo después…

Zaire, que de haber nacido un lustro después seguramente se hubiera llamado Congo, pues no es excesiva las afición volteriana de mi hermano, llegó a casa con pocos días, como una bolita torpe y oscura, el año siguiente a que yo hubiera vuelto de París. Ha sido un cielo, pero no les cansaré con sus virtudes o con descripciones almibaradas, que no son ni más, ni menos, que las de cualquier animal de compañía que vive con nosotros y que nos ha ganado el corazón.

Bien es cierto que, de los cuatro que vivíamos en casa, yo fui quien menos contacto tuvo con ella, quien menos horas pasó, el que menos la llevó al parque, pero aún así eran las suficientes como para que me recibiera moviendo su recortado rabito cuando volvía y yo, ya lo he dicho, haya sentido su partida.

He rebuscado y no tengo una foto digital de ella –pondré una llama perpetua de Timanfaya en su recuerdo-. De “mi” gata, G.H. -de los vivos solo menciono iniciales o pseudónimos- o, por mejor decir, de la dama gatuna a la que cuido a cuerpo de emperatriz sin que ella dé un palo al agua, si tengo alguna -tampoco muchas, pues siendo preciosa no es ni fotogénica, ni paciente-, como la que veis arriba, tumbada plácida, comprobando la marcha del blog. ¡Ella sí es epicúrea. Voto a bríos! Lleva doce años conmigo y la compenetración que hemos establecido es sorprendente, aunque no soy capaz de discernir quien es como el otro…

A Zaire -no le quitaré hoy protagonismo-, le tuve mucho cariño, todo el que ella se ganaba con creces; nunca precisó de mi sacrificio, por eso ahora la echo en falta con ternura, pero seguro que con menos dolor que el resto de mi familia. En cualquier caso, como suele ocurrir, me queda la duda de si le hice la última caricia.

0 comentarios: