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sábado, 19 de julio de 2008

Felicitación muy personal


Siempre trato de que las reflexiones que reflejo en el blog surjan desde la honestidad de mi reflexión. ¿De qué serviría lo contrario? Si en algo me equivoco, ¡mala suerte!; si alguna opinión –seguro que más de una- es minoritaria, ¡de mis derechos gasto! Además, si ustedes, queridos lectores, son solo cuatro gatos, y tres de ellos –como yo- callejeros… Seguramente éste será uno de los blogs menos visitados de la red por los internautas, aunque mi ratio de librepensadores y transgresores ideológicos igual es superior a la media…

Además de honesto, pretendo ser global, vd./tú ha/s podido llegar de cualquier rincón del mundo, así que, aunque alguna vez caiga en el localismo, le juro por Snoopy –expresión que supone una declaración generacional- que intentaré evitarlo en la medida de lo posible.

Pero sobre todo, deseo que sea personal e intransferible. Que es caótico, de brillantez limitada o espeso en ocasiones… ¿Qué quiere usted? Será que yo soy así… Y si debe ser personal, tiene que incluir los principales acontecimientos de mi vida o de la vida de los seres a los que considero como parte de la mísma –en ese club, con pleno derecho, de los veinte dedos del ser humano, alguno sobraría para contar sus miembros-, aunque sea el detalle de mi intrahistoria. Y soy consciente de que a vd., carísimo amigo, le traerán al pairo mis miserias, pero… ¿qué le voy a hacer? Para eso son las mías.

Y uno de estos acontecimientos es que la justicia histórica, de cuya existencia nunca he sido militante, ha hecho acto de presencia. Estoy cansado, y seguiré estándolo de por vida, de que personajes grises, mediocres, medradores, adocenados o simplemente con suerte –todavía me repele más- estén en puestos de alta responsabilidad y más alta remuneración, ya sea como empresarios, directivos o funcionarios de pedigrí. Y todavía me hierve más a sangre cuando gente que vale no accede a esos menesteres.

La sociedad está loca y su entorno laboral esquizofrénico. Así, una persona que me importa, lo cual es lo de menos aquí, bastante más capaz que la media, mucho más preparada que el 98 % de sus competidores –pues esto es una competición sin reglas-, tras un traspiés laboral llevaba una larga temporada viéndolas venir… ¡Las lecciones de cuantos inútiles con buenas intenciones habrás tenido que digerir!

El viernes sonó el móvil, cuando trataba de solucionar el enésimo problema de la semana, no me hizo falta preguntarle para que era, unos minutos después hablaríamos, pero la intuición masculina ya me había dicho bastante. Era al primer amigo que llamaba, se agradece el honor y ¡que coño! me lo merezco, que su rabia la compartí aunque fuera en un pequeño porcentaje, día a día.

Seguramente no sea ese desempeño laboral con el que todos soñamos y alguno –él, sin duda-, tienen muchos boletos para alcanzar, o los tendrían si esto tuviera alguna lógica… Pero ahora da igual, es tan poca la gente que nos importa, que lo único que ahora deseo es utilizar este rincón, aunque el hacerlo resulte impúdicamente personal, para felicitarle por haber pasado esa “ración” de malos ratos que la vida nos depara.

Ayer te dije por sms que había brindado sucesivamente por ti con cerveza de trigo alemana y con un cocktail mexicano de cuyo nombre ni siquiera intento acordarme (ademas, ni siquiera sé si era removido o agitado...). Hoy, en esta mi cibercasa, lo hago con el más refinado de los borgoñas –los cibergustos son más asequibles-, con los amigos que por aquí caigan…


¡A tu salud amigo!, ¡y por la próxima noche toledana que -aunque cada vez más espaciadas, que la edad no perdona…- con certeza nos espera! ¡Sigue siendo moderadamente feliz!

1 comentarios:

MedinaSidonia dijo...

A veces hay que saber decir ... ¡pero qué coño!...

Deutschland, Deutschland über alles... über alles in der Welt...

La Vieja Guardia cabalga veloz.