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domingo, 22 de febrero de 2009

Salto con doble mortal


¿Qué hay de nuevo, viejos? No, no es que mi afición bloguera haya bajado, bien al contrario, pero es que estoy en temporada de cambios totales, radicales, vitales... En época de crisis, vaya. Que no siempre tiene este término que tener un matiz peyorativo.

Hace más de cuarenta posts, publiqué uno titulado “Y en el futuro, cocooning”, casualmente –hoy lo releo- encabezado por una foto del pensador de Rodin, pero de la copia existente en el Museo nacional –no me pidan que busque el nombre en alemán- sito en la "isla de los museos" de Berlín. Curiosamente, unos meses después ví la original Puerta del Infierno en el Museo de Rodin –y, casualmente también, incluí una foto de ella, en “Talibanes cotidianos”-, tal vez sea un comienzo del fin de fiesta.

Y no es que no siga suscribiendo las impresiones –bastante aceradas, debía tener mal día- de aquel momento, en absoluto. Pero mi época de grandes cambios, que ya anunciaba, aun cuando con algo de retraso, ha comenzado. Y esto, no se puede sobrellevar desde el distanciamiento social, mal que me pese, no es posible.

Y, cuando ya me he puesto manos a la obra y dedos a las teclas para hilar este comentario… Me doy cuenta de que poco puedo contarles todavía. Pero deseaba explicar que si llevo un par (o tres?) de semanas sin aportar nada nuevo al blog no es por desidia, sino porque ese salto de trapecista que estaba preparando, con doble mortal incluido, ya ha comenzado. Las manos que me sustentaban ya me han lanzado hacia el frente, la primera vuelta en el aire casi han concluido, el vértigo va siendo domeñado en las tripas, y busco las manos que me sustenten, al menos, hasta que me den impulso hacia un nuevo destino. Ya rozo con la yema de mis dedos esa momentánea seguridad, pero hasta que nuestras manos sujeten recíprocamente las muñecas, seguiré volando, expuesto a la caída libre.

Esta metáfora, de mi “yo profesional” -no olvidemos que es la careta con la que más horas de nuestra vida pasamos- está a punto de cristalizar, espero -si no me haré añicos contra el duro y temido suelo de los trapecistas, que machaca su orgullo y, en el mismo acto, su geta-. La segunda voltereta mortal, esa sí con doble giro en el vacío, y que afectará a mis veinticuatro horas diarias, siete días a la semana y doce meses por año, debe llegar en… ¿cuatro meses?, ¿seis?, ¿un año?. No lo sé, pero llegará.

Perdónenme, me molesta cuando leo o escucho en un medio de comunicación frases a medias, pero deseaba ir cerrando, o comenzando a cerrar, como dije en aquel post, mi catarsis personal; éste es un primer paso. Sé que entre muchos posts sosos con los que les he castigado, éste puede llevarse el premio, considerémoslo un homenaje a tanta gente que querría decir algo, pero no puede y lo guarda quemando sus entrañas; yo, de momento, lo dejo aquí en depósito.

No es falta de confianza, estoy en mi círculo de máxima confidencialidad, pero, hasta dentro de algúno tiempo, hasta aquí puedo leer…

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